
Esta es la única fotografía que se filtró a la opinión pública antes de su extraña "desaparición" de los archivos de la NASA.
¿LLEGARON PRIMERO LOS RUSOS?
Aunque la historia siempre dirá que Armstrong, Aldrin y Collins fueron los primeros humanos en llegar a la Luna, este hecho siempre estará matizado por la incómoda realidad de que la antigua URSS había lanzado, en enero de 1959, lo que se piensa era un vehículo de tres etapas diseñado exclusivamente para llegar hasta la Luna.
Luna-1
La sonda Luna-1 pasó a tres mil millas de nuestro satélite, y las demás sondas pertenecientes a dicha serie de lanzamientos progresivamente lograron orbitar y hacer aterrizajes suaves en la Luna mientras que los primeros intentos de EEUU por llegar al espacio seguían atascados en la plataforma de lanzamiento. No se puede negar, entonces, la posibilidad de que una misión tripulada secreta perteneciente a la Unión Soviética hubiese alcanzado la Luna antes de 1969.
Existe un incidente que puede servir como una inquietante confirmación de estas misiones rusas. Mientras el módulo de mando de la misión Apollo 17 sobrevolaba el cráter Orientalis, el piloto Al Worden afirmó haber visto un objeto de fabricación humana, de luces pulsantes, en el fondo del cráter. A continuación, el control en Houston formuló la interrogante: "¿Acaso creen que pueda tratarse de Vostok?".
Nave espacial soviética Vostok
El programa Vostok correspondía a los primeros lanzamientos tripulados de la Unión Soviética. Todavía hoy, algunos de ellos siguen ocultos en el más absoluto secreto.
En 1969, un sistema de clasificación de la NASA acerca de los vehículos de lanzamiento utilizados por la URSS identificaba 6 categorías distintas desde la "A" a la "G", esta última letra designaba al "Gigante de Webb", un lanzador de dimensiones colosales identificado por el administrador de la NASA, James Webb, como el vehículo ruso utilizado para llevar tripulación e instrumentos hasta la Luna.
MIRLO ROJO
Una de las presentaciones de mayor impacto en el Disclosure Project auspiciado por el Dr. Steven Greer fue el testimonio grabado del sargento Karl Wolfe de las Fuerzas Aéreas de los EEUU (USAF).

A mediados de la década de los '60, el sargento desempeñaba su labor como técnico fotográfico militar, y un buen día recibió órdenes de sus superiores para personarse en la base aérea Langley, donde habían recibido la información visual obtenida por la sonda Lunar Orbiter.
Tras recoger sus instrumentos, Wolfe se desplazó hasta la base Langley, donde unos oficiales le llevaron hasta el hangar que contenía el laboratorio fotográfico de la base.
El local estaba vacío salvo por otro militar de bajo rango encargado de procesar el material fotográfico -negativos de 35 milímetros que eran convertidos a su vez en mosaicos de 18 pulgadas-.
Cada tira de negativos correspondía a una pasada de la sonda sobre la superficie lunar.
Dio la "casualidad" que el aparato empleado para el procesamiento de imágenes no funcionaba, y ambos hombres se sentaron a esperar a que les trajesen otro. Repentinamente, el otro militar le dijo a Wolfe, "Por cierto, hemos descubierto una base en la cara oculta de la Luna". Wolfe no ocultó su sorpresa, preguntando enseguida a quién pertenecía, ya que faltaban todavía varios años para que el programa Apollo iniciase sus exploraciones. Sin embargo, el otro hombre se limitó a repetir que efectivamente, había una base en la Luna.
"En ese momento -confiesa Wolfe en la grabación hecha para el Disclosure Project-, sentí miedo. Sabía que estábamos en peligro por haber hablado de aquella información. Temía que en cualquier momento entrara alguien y se deshiciese de nosotros. Pero no apareció nadie, y para mi mayor sorpresa, el técnico fotográfico de la base Langley me mostró uno de los fotomosaicos que presentaba una base artificial en nuestro satélite, con figuras geométricas, torres, construcciones esféricas de gran altura y estructuras parecidas a platos de radar, pero de proporciones colosales. Algunas de ellas, -apunta Wolfe-, tenían unas dimensiones que superaban la media milla. Mentalmente intenté compararlas con las estructuras que hay en la Tierra, pero aquello no se podía comparar con nada".
Por lo visto, las misteriosas estructuras lunares parecían tener un revestimiento reflectivo, mientras que otras guardaban cierto parecido con las torres de refrigeración de las centrales nucleares.
Tan reveladora era la información visual que Wolfe llegó al punto de no querer ver nada más, sabiendo bien que peligraba su vida. "Me hubiera encantado seguir mirando, y haber hecho copias", admite el sargento, "pero sabía que era un riesgo enorme, y que el joven que me había enseñado los fotomosaicos estaba excediendo su autoridad al mostrármelos".
[ESCUCHAR LAS DECLARACIONES DEL SARGENTO WOLFE]
La singular experiencia del sargento Wolfe fue corroborada por Larry Warren, testigo principal del célebre incidente OVNI en la base anglo-estadounidense de Bentwaters en el Reino Unido.
Después de su experiencia, la cúpula militar llevó a Warren y a otros soldados a un cuarto de proyección donde se les enseñó una grabación extraordinaria.

Imágenes de la superficie lunar que permitían ver estructuras rectangulares de color arenoso, así como el coche lunar Rover utilizado por los astronautas, que podían ser vistos filmando las estructuras.
BOMBAS NUCLEARES SOBRE LA LUNA
En una entrevista exclusiva en el dominical británico The Observer, Leonard Reiffel, de 73 años, físico que dirigió un proyecto secreto a finales de los años '50 en la Armour Research Foundation, organización apoyada por el Ejército de Estados Unidos, para hacer estallar una bomba nuclear en nuestro satélite, reveló parte de aquel extraordinario plan lunar.
"Estaba claro que el principal objetivo de la detonación era proyectar una imagen de fuerza y mostrar nuestra superioridad militar. En aquel entonces Estados Unidos iba rezagado en la carrera espacial. Lo ideal, obviamente, era que la explosión se produjera en el lado oculto de la Luna. La bomba debía ser al menos tan potente como la lanzada sobre Hiroshima a finales de la II Guerra Mundial. En aquel entonces dejé bien sentado que la ciencia pagaría un alto precio por destruir un entorno lunar impoluto, pero las Fuerzas Aéreas sólo estaban interesadas en la forma en que se vería la explosión desde la Tierra", afirma Reiffel. Si bien Reiffel cree que aunque la detonación habría tenido poco impacto sobre el medio ambiente de nuestro planeta, el cráter habría modificado seriamente la cara de la Luna.
Reiffel no ha querido revelar la forma en que iba a producirse la explosión, aunque confesó que "era sin duda viable desde un punto de vista técnico", y que en aquel entonces un misil balístico intercontinental armado con una cabeza nuclear era capaz de alcanzar su objetivo en la Luna con una desviación de 2 millas (unos 3 kilómetros). En 1958, varios oficiales de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos se pusieron en contacto con Reiffel y le pidieron que llevara a cabo un estudio "en el menor tiempo posible" sobre la visibilidad y los efectos de una explosión nuclear en la Luna. El nombre del proyecto secreto Al19 era "Estudio de Vuelos de Reconocimiento a la Luna".
"De haberse hecho público aquel proyecto, se habrían producido protestas generalizadas", opina Reiffel.
Estados Unidos aún no ha desclasificado muchos documentos de la Guerra Fría pero algunos detalles del proyecto A119 salieron a la luz el año pasado con la publicación de una biografía del famoso astrónomo estadounidense Carl Sagan.

Carl Sagan
Sagan, fallecido en 1996, se dio a conocer en Estados Unidos como divulgador científico y precursor de los estudios sobre la existencia de vida en otros planetas. Reiffel incorporó a Sagan a la Armour Foundation de Chicago, ahora Instituto de Investigaciones Tecnológicas de Illinois, y le encargó el desarrollo de un modelo matemático sobre la expansión de una nube atómica en el espacio alrededor de la Luna. Este modelo era de vital importancia para determinar si dicha nube podría apreciarse desde la Tierra. En aquel entonces, los científicos todavía pensaban que podría haber microbios en la Luna y Carl Sagan había sugerido realizar una prueba nuclear en el satélite para comprobar la existencia de microorganismos (¿?)
A pesar de todo, el objetivo final del proyecto Al19, sigue siendo todavía un misterio.
¿DE VUELTA A LA LUNA?
Resulta curioso que la desapercibida sonda Clementine haya sido fruto de la tecnología bélica del escudo antimisiles conocido como "Star Wars" y no de los altamente exitosos programas de exploración planetaria de la NASA. ¿Significa esto que algunos de los sistemas ofensivos desarrollados bajo este programa del régimen de Reagan sean capaces de garantizar la defensa de nuestras propias sondas contra las "fuerzas hostiles" que ocupan la Luna? La ciencia-ficción a menudo se adelanta a la realidad científica.
Un ejemplo de ello es el siguiente video. Fue obtenido en directo por varios aficionados que estaban observando la retransmisión que ofrecía la NASA. Ocurrió el 15 de septiembre de 1991 entre las 20:30 y las 20:45. La cámara estaba colocada en la parte trasera de la zona de carga del Discovery, enfocando al horizonte de la Tierra, mientras los astronautas realizaban otras tareas. En la imagen aparecen varios objetos moviéndose lentamente por la derecha. De pronto, se ve un resplandor por la parte izquierda, y uno de los objetos de la derecha hace un brusco cambio de dirección, acelerando de forma vertiginosa y unos segundos después aparece una especie de rayo o proyectil en dirección al lugar que ocupaba el objeto.

[VER VIDEO]
Los expertos que han estudiado el video han calculado lo siguiente:
- La velocidad del objeto que cambia de trayectoria era de 87.000 Km/h antes de acelerar.
- 3 segundos después del flash, el objeto cambia de dirección y acelera a una velocidad de 340.000 Km/h en 2.2 segundos.
- Dicha aceleración equivale a 14.000 g.
El científico Richard C. Hoaglan interpreta este suceso como un test de armamento del sistema de defensa "Star Wars" contra un señuelo, mientras que otros ufólogos lo interpretan como un ataque a un OVNI (el auténtico cometido del mismo "Star Wars").
Desde entonces, la NASA decidió no volver a emitir imágenes del transbordador en directo (!)
¿Perseguirían un fin semejante las maniobras de la sonda Clementine?
No olvidemos que la misión fue programada para fotografiar exhaustivamente la superficie de la Luna y posteriormente sobrevolar un misterioso asteroide para probar sus equipos bélicos.
Aquel proyecto fue un evento razonablemente exitoso, la sonda transmitió más de dos millones de fotografías sobre las regiones polares de la Luna, descubriendo la existencia de hielo en uno de los cráteres del polo sur lunar, así como otras tantas que mostraban singulares estructuras lineales, figuras geométricas, grandes objetos esféricos y misteriosas cúpulas.
Hangar de 56 Kms de largo y 33 Kms de ancho fotografiado por la sonda Clementine.
La imagen no deja lugar a dudas
[Buscar más imágenes captadas por la sonda Clementine] (Para ver el hangar: 1pixel = 1kilometer/ 768x768/ Latitude: -1 Longitude: 311)
Sin embargo, el ambicioso plan de probar sus instrumentos contra el extraño asteroide no llegó a realizarse. Se perdió contacto con la sonda antes de que finalizara su misión, cayendo en una órbita solar inservible debido al fallo de uno de los generadores de empuje (!)
Al igual que en el caso de otras pérdidas sufridas por el programa espacial, como la de la sonda Mars Observer, hay quienes creen que el silencio prematuro de la Clementine representa otro acto de interferencia por fuerzas desconocidas opuestas a nuestra exploración espacial.
Ya lo advirtió el revolucionario astrónomo Nicolás Copérnico cuando sentenció sabiamente "que nadie espere nada seguro de la astronomía, pues nada cierto nos ofrece". Sus palabras, casi proféticas, se ajustan como un guante al desafío que, multiplicado desde que llegamos a él, nos plantea a diario nuestro enigmático satélite...